Eva García Salcedo

—Tienes tres segundos para bajar los pies de mi ordenador.

«Si no quieres que te abra de piernas y te coma entera hasta que te oiga toda la puta planta», me abstuve de añadir.

—Tienes tres segundos para bajar los pies de mi ordenador.

«Si no quieres que te abra de piernas y te coma entera hasta que te oiga toda la puta planta», me abstuve de añadir.

—Tienes tres segundos para bajar los pies de mi ordenador.

«Si no quieres que te abra de piernas y te coma entera hasta que te oiga toda la puta planta», me abstuve de añadir.

—Tienes tres segundos para bajar los pies de mi ordenador.

«Si no quieres que te abra de piernas y te coma entera hasta que te oiga toda la puta planta», me abstuve de añadir.

—Tienes tres segundos para bajar los pies de mi ordenador.

«Si no quieres que te abra de piernas y te coma entera hasta que te oiga toda la puta planta», me abstuve de añadir.

y ella pedía a gritos una dosis de disciplina

y ella pedía a gritos una dosis de disciplina

y ella pedía a gritos una dosis de disciplina

Luna posó los labios sobre su primera lata de Coca-Cola Light. Se la aguanté mientras le daba un sorbito. Me puse en cuclillas para captar cada una de sus reacciones mientras saboreaba las burbujitas.

—¿A que está buena?

Luna asintió con firmeza. Le di un trago largo mientras miraba por el agujerito de la chapa.

—Sí, está muy buena. Pues espera a probar la cerveza —bromeé.

—No hace falta, porque no va a pasar —dijo una voz afilada desde la entrada de la cocina. Giré la cabeza y me quedé boquiabierta del horror.

«Mierda».

—¿Qué clase de niño de cuatro años no ha probado nunca la Coca-Cola? —le reproché mientras hacía aspavientos con los brazos.

—¿Perdona?

—Ya me has oído. —Puse una mano en el hombro de Luna con la esperanza de que no la apartara y no lo hizo—. En serio, ¿qué pasa contigo? No digo que beba Coca-Cola cada día o cada semana, pero… ¿nunca? ¿Por qué? Los refrescos son guais. Son dulces, te hacen cosquillas en la lengua y te alegran el día. ¿Verdad que sí, Luna? —Le di un codazo.

Ella asintió con vehemencia.