Rachael Lippincott

El resultado final es algo más que una pulsera. Es la vida que Kim y yo hemos pasado juntos.

Todo es igual, excepto en lo único que importa.

El mundo puede seguir girando, si quiere.

Pero yo no lo haré.

La voz se desvanece con la brisa y yo me paso las manos por el pelo, preguntándome cómo voy a poder defenderme yo solo si me siento tan inseguro

El resultado final es algo más que una pulsera. Es la vida que Kim y yo hemos pasado juntos.

Yo saqué disimuladamente su diario de color rosa de la mochila y escribí «Te quiero» en las tres primeras páginas en blanco.

Ella se echó a llorar de emoción nada más leerlo, pero pronto las lágrimas se convirtieron en acusaciones.

Es probable que siempre tengamos pequeñas discusiones, pero siempre nos querremos.

Kim. Me podrías haber dicho que querías ir a Berkeley, no a la UCLA. Total, yo ya he perdido la beca para jugar al fútbol. Me da igual adónde vayamos, mientras estemos jun…

—¡No quiero que estemos juntos!

Podrías haberte ido en cualquier momento…

—¿En serio? ¿Me lo habrías permitido? —me pregunta, sacudiendo la cabeza—. ¿Vernos cada día en el instituto, ir a las mismas clases, hacer las mismas rutinas, pero sin estar juntos? Cada vez que rompíamos, no llegábamos a estar ni un solo día separados.

¿Se lo habría permitido? ¿Qué significa eso? Si volvíamos era porque ambos lo queríamos. Y ahora… ¿me dice esto?

—¿Entonces? ¿Estabas… fingiendo?

—No fingía. Aguantaba, porque…

Había pensado que romper con ella sería el peor dolor que iba a sentir nunca, pero esto… Es imposible de arreglar.

Todo está igual. Soy yo quien ha cambiado.