Lorea Alfaro

  • Paola Dommontmembuat kutipan2 tahun yang lalu
    «Echar de menos a alguien es un acto cotidiano compuesto de gestos pequeñísimos.
  • Fer Silvamembuat kutipantahun lalu
    Ella avanzaba hacia la inmovilidad, alejándose de todo contacto con su exterior más próximo, a medida que yo aprendía a verla, acercándome. Se ejercía un doble efecto: de velo hacia una nebulosa y de desvelo hacia una nueva percepción.
  • Fer Silvamembuat kutipan10 bulan yang lalu
    He pensado a menudo en ese tipo de cansancio, mantenido durante largo tiempo, tanto que se vuelve inaguantable, un agotamiento máximo, una extenuación que no es puntual sino estirada en el tiempo. El cansancio que supone vivir en determinadas circunstancias y el esfuerzo del día a día.
  • Mariana Aguilar Doncelmembuat kutipantahun lalu
    Los rituales del duelo son los rituales de la vida: ahí, en esa repetición a veces buscada y a veces inconsciente, se fragua la cercanía con los que perdemos y, a la vez, nunca terminamos de perder.
  • Alvaro E. Segovia Garcíamembuat kutipan17 hari yang lalu
    «Echar de menos a alguien es un acto cotidiano compuesto de gestos pequeñísimos. Los rituales del duelo son los rituales de la vida: ahí, en esa repetición a veces buscada y a veces inconsciente, se fragua la cercanía con los que perdemos y, a la vez, nunca terminamos de perder.
  • Alvaro E. Segovia Garcíamembuat kutipan17 hari yang lalu
    El presente del cuidado se imponía a cada segundo. Con absoluta urgencia dejaba de lado toda posibilidad de contemplación o de deleite.
  • Alvaro E. Segovia Garcíamembuat kutipan17 hari yang lalu
    dolor de una pérdida que se anunciaba como inevitable, generó una gran sensación de deuda.
  • Alvaro E. Segovia Garcíamembuat kutipan17 hari yang lalu
    Me regalas este rato juntas, en la suspensión propia del sueño, al margen de la actividad diaria, de los compromisos y tareas, nos tocamos sin hablar. Mi cara cerca de la tuya, la siento como una piel viva, a pesar de la inmovilidad, emite cierto calor. Echo en falta el tacto de tu piel, quizás porque, al final, nuestro lenguaje era casi solo eso, o a través de eso, del contacto de la piel, incluso después fue también eso, al menos por unas horas, el calor que desprendía tu piel hasta enfriarse del todo.
  • Alvaro E. Segovia Garcíamembuat kutipan16 hari yang lalu
    Cuando de pequeña me cogías la cara entre tus manos, eso me gustaba. Toda mi carita cabía en ellas. Me parecía que podía quedarme al abrigo de ese calor. Una mañana después de su muerte, al despertar y aún en la cama, coloqué mis manos de la misma manera, pero las mías son frías y más estrechas.
  • Alvaro E. Segovia Garcíamembuat kutipan16 hari yang lalu
    en mi anhelo de ser hija, disimuladamente apoyaba la cabeza en sus rodillas esperando a que me tocara el cuello con la mano que aún podía movilizar. Recuerdo el tacto de sus dedos. Ella estiraba un poco el brazo hasta hundirlos en el pelo y moverlos muy despacio, y yo me hacía la dormida disfrutando de aquel gesto que por unos segundos me retrotraía a los numerosos momentos en que, a lo largo de nuestra vida en común, nos tocamos.
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