Susana Peralta

  • Virgymembuat kutipan2 tahun yang lalu
    que simula que todo va bien, pero por la noche se rinde. ¡Eso se llama depresión!
  • María Pellicermembuat kutipan2 tahun yang lalu
    A los iraníes no les gusta ni la soledad ni el silencio; cualquier otro ruido que no sea la voz humana, incluso el jaleo de un embotellamiento, se considera silencio. Si Robinson Crusoe fuera iraní, se hubiera dejado morir en cuanto llegó a la isla desierta y el libro hubiera terminado ahí.
  • María Pellicermembuat kutipantahun lalu
    Si existe un dios de la mentira, de la jugarreta y de la hipocresía, debe ser persa y terriblemente resistente, escondido en un rincón de nuestro cerebro, listo para brincar y recordarnos quiénes somos y de dónde venimos en caso de que hubiéramos tenido la pérfida idea de olvidarlo
  • María Pellicermembuat kutipantahun lalu
    Nunca seré lo bastante francesa para caer en la franqueza frontal, la burla demostrativa, un «¡basta ya!» bien colocado. En mi caso termina por salir pero fuera de lugar, rumiado y amplificado.
  • María Pellicermembuat kutipantahun lalu
    Cuando se trata de Irán, Occidente y su visión hegemónica no están nunca demasiado lejos, desdichadamente.
  • María Pellicermembuat kutipantahun lalu
    ¿Y más tarde, en París? En París no hablamos más, de nada. Ninguno de nosotros. Cada uno estaba encerrado en un silencio de aturdimiento y ajustes. En un estado de conciencia perdida. El pasado ya no eran anécdotas que podían contarse, sino un vasto campo de ruinas de color blanco.
  • María Pellicermembuat kutipantahun lalu
    Anna tiene una cara diferente y exótica. Una cara de otoño, de fuego de chimenea, de queso de corteza dura, de pan con cereales, de bosques sombríos, de niebla, de botas de
  • María Pellicermembuat kutipantahun lalu
    es el drama del exilio. Las cosas, como los seres, existen pero hay que hacer como si estuvieran muertos
  • María Pellicermembuat kutipantahun lalu
    aventureros o padres que habían partido a vivir al otro lado del mundo. Me reinventaba según mis humores, la intensidad de la luz o los vasos de cerveza tragados, asombrada de constatar hasta qué punto un mismo individuo puede ser considerado de forma diferente según la historia en la que decida inscribirse. Me convertí en brasileña o argentina, pero también en húngara, tadjik o franco vietnamita. Como Tío Número 2, descubría que una dosis de ficción hacía más soportable la realidad.
    Los cabellos de Anna están hechos para su cara.
    Si los vi antes de verla en su totalidad, si de inmediato la asocié a las diosas del rock, fue porque están en armonía total con lo que ella es. La blancura de su piel, el azul claro de sus ojos, su nariz recta y protestante, su boca ligeramente disimétrica, como el trazo sobre la eñe española. Anna tiene una cara diferente y exótica. Una cara de otoño, de fuego de chimenea, de queso de corteza dura, de pan con cereales, de bosques sombríos, de niebla, de botas de lluvia, de impermeables amarillos, de pasteles de canela y de cena a las seis de la tarde
  • María Pellicermembuat kutipantahun lalu
    Casi treinta y cinco años más tarde, un hecho me sorprende todavía: la rapidez con la que Francia eliminó de su memoria el hecho de haber acogido a Jomeini, silenciando su parte de responsabilidad en los acontecimientos que siguieron.23
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