Amy nunca habría salido de casa dejando una tetera al fuego. Ni la puerta abierta. Ni una prenda sin planchar. Vivía empeñada en solucionar marrones y no era propio de ella abandonar un proyecto a medias (por ejemplo, su marido por reformar) incluso aunque hubiera decidido que no le gustaba.
Amy es yo, sobretodo lo de marido sin reformar.