Creísteis que el progreso consistía en vivir entre artilugios eléctricos y distracciones digitales. Creasteis ambientes aislados de mis ritmos, de mi latido. Os fuisteis retrayendo del mundo, cayendo en una caverna como la de Platón, en versión moderna: las sombras son ahora las pantallas relucientes que os seducen con sonidos e imágenes. En vez de salir de la caverna, excaváis otra caverna en ella. Lo digital no es lo más real, es una sombra de sombras.