El número 1 apenas posee el nivel de simbolización. Odia el dinero, por ejemplo, que le aleja de las piedras preciosas, el oro y la plata que salen de la tierra y se pueden tocar y pesar. Odia las interpretaciones: la filosofía le parece innecesaria, dado que las palabras para él tienen un significado obvio, literal y directo. La religión del número 1 será fanática, apegada literalmente al texto de su fe, que aplicará con la máxima dureza y sin atender a consideraciones. Su política se basará en el miedo y el castigo, en la obediencia y la sumisión. El número 1 considera que la obediencia es la mayor virtud, y admira la fuerza por encima de todo. No diferencia entre lo mundano y lo espiritual, ya que para él todo son hechos sólidos y precisos, y no podrá comprender que exista una separación, por ejemplo, entre lo político y lo religioso. En el mundo del uno, todo es una cosa, una y la misma.
El número 1 también tiene virtudes, como es lógico. El buen número 1 es una persona de honor, odia la mentira por encima de todo, así como el engaño y la astucia, y es fiel y leal. El sacrificio no le asusta, ni el trabajo duro: es constante, esforzado y justo, dentro de su idea de la justicia. Es generoso, especialmente con las cosas materiales, ya que es una persona intensamente material que expresa sus emociones, sus principios y sus valores por medio de lo material, especialmente a través de fiestas, deliciosas y abundantes comidas y decoraciones que recuerdan su pasado de cazador (pieles, cabezas, cornamentas de animales). Al buen número 1 le gusta la risa, el humor, la familia (una extensión de su propia persona, la imagen del clan o la tribu, que es su medio social natural) y disfruta también respetando las tradiciones y honrándolas con entusiasmo. Todo lo sólido, lo formado, lo claro, lo clásico, lo heredado, lo definido, lo establecido por las normas, le gusta y le hace sentirse seguro en el mundo. Adora las celebraciones, los rituales, las ceremonias, ya sean familiares u oficiales, y no le incomoda la repetición ni la rutina. Desearía que nada cambiara nunca en el mundo, que cada cosa y cada persona tuvieran su lugar definido y claro: la esposa, el hijo mayor, la hija, el padre, la canción