Durante la llamada de aquella semana, las dos partes discutieron un cambio repentino que Theranos había hecho a su estrategia reguladora. Inicialmente había declarado que sus análisis de sangre se clasificarían como «exentos» en virtud de las Enmiendas de Mejora de Laboratorios Clínicos (CLIA, por sus siglas en inglés), ley federal de 1988 que regulaba los laboratorios. Las pruebas exentas de CLIA generalmente implicaban procedimientos de laboratorio simples que la FDA había aprobado para su uso en el hogar.