Aunque la palabra «gimnasio» procede de los griegos, nuestro gimnasio moderno no está concebido con su espíritu. En la antigua institución, el atletismo era público y agonístico. Consistía en el entrenamiento de los jóvenes para las competiciones públicas. El gimnasio era algo más cercano a lo que conocemos como gimnasio de boxeo, con la diferencia de que era también el lugar donde los adultos se reunían para mirar a los muchachos más hermosos y, a la manera ateniense, servirles de mentor sexual. Lo más importante era promover la educación sistemática de los jóvenes, y que los adultos llevaran a cabo debates espontáneos entre ellos, modelando la sociabilidad intelectual, separada de la política propiamente dicha, que es el origen de la filosofía occidental. Sócrates pasaba casi todo su tiempo en el gimnasio. Aristóteles comenzó su escuela filosófica en el pasillo cubierto de un gimnasio