Cuando alguno te maltratare de obras o palabras, piensa que ese creyó debía hacer y hablar así por oficio; y que no es factible que siguiese tu dictamen, sino el suyo. Si juzgó mal, él se hace el daño mirándose engañado; porque si uno toma por mentira la verdad algo complicada, no padece esta, sino el que se engañó por no discernirla.