Le conté de mi abuela materna, que vivía con nosotros. Ella, un auténtico dechado de nobleza y bondad, me dijo una vez que no existe un camino que conduzca a la felicidad; la felicidad es el camino. También me enseñó a tratar con amabilidad a todas las personas, porque todo el mundo libra una dura lucha en la vida.