¿Se había dado cuenta usted de que los niños nacen sin pestañas? En el momento de la toma, en el cara a cara insistente, exclusivo, la madre espera, de día en día, en el tiempo infinito de hora en hora, que crezcan las pestañas sobre los ojos antes implumes de su neonato. ¿Cuánto pesa una pestaña? Tal vez lo mismo que el soplo de aliento que se emite para pronunciar un nombre. ¿Estaría pensando en esa unidad de peso su Lacan cuando hablaba del «interés particularizado» que impulsa las atenciones maternas?
ROBERTA ABBONDANZA,
carta personal