Salvadora Medina Onrubia (Susana Pampín)

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Salvadora Medina Onrubia fue una escritora, periodista, dramaturga, anarquista y feminista, que nació en 1894 en La Plata. Pero como la historia se encarga de invisibilizar a las mujeres, muchos libros y artículos se refieren a ella como “la esposa de Natalia Botana”, el director del diario Crítica. En 1931, José Félix Uriburu ordenó la clausura de ese diario y encarceló a la pareja. Apenas sucedió eso, un grupo de intelectuales le pidió a Uriburu su “magnanimidad” por su condición de “mujer, poeta y madre”. Pero ella no quería nada de eso. Desde la cárcel, escribe esta carta en la que le manifiesta su desprecio al dictador. “Soy en mi carne la Argentina misma”, dice esta joya de la literatura rebelde. Lee la actriz Susana Pampín.




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Cárcel del Buen Pastor, 5 de julio de 1931

Gral. Uriburu, acabo de enterarme del petitorio presentado al gobierno provisional pidiendo magnanimidad para mí. Agradezco a mis compañeros de letras su leal y humanitario gesto; reconozco el valor moral que han demostrado en este momento de cobardía colectiva al atreverse por mi piedad a desafiar sus tonantes iras de Júpiter doméstico. Pero no autorizo el piadoso pedido … Magnanimidad implica perdón de una falta. Y yo ni recuerdo faltas ni necesito magnanimidades.

Señor general Uriburu, yo sé sufrir. Sé sufrir con serenidad y con inteligencia. Y desde ya lo autorizo que se ensañe conmigo si eso le hace sentirse más general y más presidente. Entre todas esas cosas defectuosas y subversivas en que yo creo, hay una que se llama karma, no es un explosivo, es una ley cíclica. Esta creencia me hace ver el momento por que pasa mi país como una cosa inevitable, fatal, pero necesaria para despertar en los argentinos un sentido de moral cívica dormido en ello. Y en cuanto a mi encierro: es una prueba espiritual más y no la más dura de las que mi destino es una larga cadena. Soporto con todo mi valor la mayor injuria y la mayor vergüenza con que puede azotarse a una mujer pura y me siento por ello como ennoblecida y dignificada. Soy, en este momento, como un símbolo de mi Patria. Soy en mi carne la Argentina misma, y los pueblos no piden magnanimidad.

En este innoble rincón donde su fantasía conspiradora me ha encerrado, me siento más grande y más fuerte que Ud., que desde la silla donde los grandes hombres gestaron la Nación, dedica sus heroicas energías de militar argentino a asolar hogares respetables y a denigrar e infamar una mujer ante los ojos de sus hijos ... y eso que tengo la vaga sospecha de que Ud. debió salir de algún hogar y debió también tener una madre. Pero yo sé bien que ante los verdaderos hombres y ante todos los seres dignos de mi país y del mundo, en este inverosímil asunto de los dos, el degradado y envilecido es Ud. y que usted, por enceguecido que esté, debe saber eso tan bien como yo.

General Uriburu, guárdese sus magnanimidades junto a sus iras y sienta como, desde este rincón de miseria, le cruzo la cara con todo mi desprecio.
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Penerbit
Epistolar
Tahun publikasi
2020
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