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Buku
Elena Garro

Novelas escogidas (1982–1998)

  • Yar Cruzmembuat kutipan4 tahun yang lalu
    el mundo había dejado de girar y yo había quedado en el lado oscuro. Nunca más vería el sol. Desde entonces me levanto a mirar la noche, las ventanas de los edificios parecen las cuencas de muchas calaveras, me recuerdan que soy mortal y que lo que me sucede es pasajero…
  • YoshiK Bmembuat kutipan2 tahun yang lalu
    “Ni siquiera tengo dinero para suicidarme…”, se dijo, sintiendo que estaba en una orilla y que del otro lado la locura le hacía gestos. Se quedó quieta, no encendió la luz; las tinieblas la cobijaban, sentía vergüenza de ser mirada y de mirarse a sí misma. El tiempo no pasaba.
  • la Monse que leemembuat kutipan3 tahun yang lalu
    ¡Dolor de viuda mucho duele y poco dura!
  • Claudia L. Guevaramembuat kutipan18 hari yang lalu
    Trató de imaginar cómo habían matado a Frank y recordó el mercado de Les Halles, con sus millares de reses abiertas en canal, colgadas de enormes garfios de hierro. El espectáculo era tan atroz que durante muchos días se sintió abatida. Después de aquella visita le parecieron normales los campos de exterminio. ¿Acaso aquellas galerías colmadas de cadáveres de animales asesinados no justificaban el crimen cometido contra el hombre? “Somos fieras”, se dijo, y agregó: “No, pobres fieras. No existe la palabra que pueda clasificarnos”. A Frank le gustaba visitar aquel mercado gigantesco y comer después una sopa de cebolla. “¡Eres una sentimental ridícula!”, exclamaba cuando ella se negaba a pisar de nuevo las galerías olorosas a sangre, y ahora era Frank
  • Milton Ortizmembuat kutipanbulan lalu
    pañuelo negro y sobre cuya frente continuaba quieta la mosca. Quiso irse. Echaron a andar seguidas por los ojos de la vieja de rostro agorero
  • Milton Ortizmembuat kutipanbulan lalu
    Las sábanas húmedas y el recuerdo de “Siberia” le llegó como un viento helado. Recordó a Severina y tuvo la impresión de estar en aquel infierno negro.
  • Milton Ortizmembuat kutipanbulan lalu
    Presos desconocidos habían dejado mensajes sentimentales u obscenos en los muros. L
  • Milton Ortizmembuat kutipanbulan lalu
    Consuelo señaló las gradas de piedra que llevaban a la terraza de entrada de la casa situada muy atrás de las rejas despintadas que guardaban el jardín
  • Milton Ortizmembuat kutipanbulan lalu
    ante aquel anciano envuelto en un gabán sucio y ojos ávidos. Su mujer tenía ojos afiebrados y manos enormes y huesudas y Consuelo no podía apartar la vista de aquellos dedos temibles.
  • Milton Ortizmembuat kutipanbulan lalu
    Estupefacta, Consuelo contempló los ojos de batracio ocultos detrás de
    las gafas y la boca larga parecida a las de las ranas. Amparo se dejó contemplar, c
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