Pagar (con la misma moneda)

Para que una construcción mental como «deuda» exista —me debes algo que equilibrara las cuentas una vez que me lo hayas transferido— se requieren previamente ciertas condiciones. Una de ellas, como dije antes, es la noción de justicia.

El aspecto malo del sentido de la justicia es el sentido de la injusticia, que hace que nos alegremos cuando nos salvamos, por más que hayamos sido injustos o culpables, y que nos ciegue la ira y el deseo de venganza cuando sufrimos una injusticia.

Pero ¿es sólo una cuestión de ganancia a corto plazo seguida de sufrimiento a largo plazo? ¿Es nuestra codicia lo que crea la deuda, o, seamos generosos, nuestra necesidad?

En el plano microeconómico, una amiga me cuenta que la deuda es una epidemia entre los mayores de dieciocho años, especialmente los estudiantes universitarios: están en el punto de mira de las entidades de tarjetas de crédito y los estudiantes se precipitan y gastan el máximo sin medir las consecuencias, y se encuentran de pronto con que tienen deudas que no pueden pagar a tasas de interés muy elevadas.

Alistair MacLeod dice que los escritores escriben sobre lo que les preocupa. Yo añadiría que escriben, también, sobre lo que los desconcierta.