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Lo más perturbador de las infidelidades no es que mientas a la persona que más amas, sino que seas sincera con la persona que menos amas y menos te importa. Y eso ocurre bastante a menudo. ¿Por qué? No estoy segura».

Me gustaría decir que habíamos hecho las paces sin necesidad de hablar del tema. Pero sospecho que, sin decírnoslo, solo habíamos aparcado la pelea para otro momento al mismo tiempo que secretamente conjurábamos el deseo de que ese momento no llegara jamás.

Supongo que la amistad no consiste en decir siempre la verdad, ni, desde luego, en mentir sistemáticamente. La amistad es saber elegir cuándo mentir y cuándo decir la verdad a tus amigos. Pero, claro, ¿cómo saber cuándo hacerlo sin equivocarte? ¿Cómo acertar? Supongo que si tal cosa fuera fácil, las amistades rara vez se romperían. Pero es muy difícil saber cuál es el momento de la verdad y cuál es el momento de la mentira.

«Todos tenemos derecho a que nos mientan mejor»

el cautiverio más desconcertante de todos: el del silencio de la razón. No entendemos por qué está ocurriendo lo que está ocurriendo. No hay explicación.

Contra un socorrido lugar común, conversar con personas muy inteligentes no te hace sentir más estúpido, sino más inteligente. Y si te hacen sentir estúpido, es que no son inteligentes. La inteligencia o es virtuosa o no es inteligencia.

La sobrevenida clase media europea somos así: decimos que buscamos lo diferente en la otra punta del mundo y terminamos viviendo en el lugar que más se parece a Europa de la otra punta del mundo. Nuestra búsqueda es patética y nuestra solución lo es aún más. Somos creadores y ejecutores de un gran y a menudo siniestro malentendido.

Yo mismo padecí la venganza de Moctezuma a mi llegada a México, y la padecí bien padecida: durante dos años Moctezuma se ensañó conmigo.

existe ese mito rastrero según el cual las epidemias son «armas» despiadadas que emplean los orientales contra los occidentales

habíamos hecho algo. Y era algo que los demás podían tocar con sus propios dedos, era algo que no teníamos que describir ni imaginar ni tampoco pensar porque, sencillamente, lo podíamos mostrar, exhibir, enseñar. Era el fruto de combinar el tiempo y el movimiento de nuestras manos, y ahora estaba a la vista de todo el mundo. He hecho bastantes cosas con mi mente a lo largo de mi vida. Pero he hecho pocas con mi cuerpo