Los soldados detrás de mí seguían gritando “¡Detente!” y “¡Sosténgala!” y “¡No deje que se vaya!” Nunca olvidaré la forma en que me miró —curiosamente, casi divertido, como si yo fuera una extraña especie de animal en un zoológico. Entonces: me dejó ir.
The Ghost Readermembuat kutipan6 tahun yang lalu
Ahí es cuando supe sin duda que la cura no había funcionado para nada.
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¿Es posible decir la verdad en una sociedad de mentiras? ¿O debes siempre, por necesidad, convertirte en un mentiroso? Y si le mientes a un mentiroso, ¿es el pecado negado o invertido de algún modo.