En las páginas que siguen, se escuchan, como tambores de carnaval in crescendo, los latidos de un corazón nuevo que debuta atónito en esa odisea. Un corazón recién nacido que estrena el llanto y la risa. Herido de nacimiento, llora incluso cuando ríe. Por suerte, posee además el don incomparable de reír las mayores desdichas.