Para mí, padre, Dios es mi semejante, los árboles, los animales, usted, yo. Dios es lo que mueve la vida y la muerte. Dios es el orden, la justicia. Por eso fui revolucionario y muero siéndolo, porque quise y quiero que en este país no haya un remedo de justicia. Y usted que pertenece a la Iglesia debería comprender que mientras la gente viva en lpoa abyección y en la injusticia, no podrá sino creer, en un Dios limitado, que la priva hasta de la dignidad de ser hombre. Y digo esto impulsado por la fraternidad.