Yukio Mishima

La perla y otros cuentos

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  • jimenalg03membuat kutipan5 tahun yang lalu
    El olvido llegó, inadvertidamente, cuando nadie lo esperaba. Logró filtrarse por un ínfimo intersticio e invadió el organismo como un germen invisible, abriéndose paso lenta pero seguramente. Tomoko atravesaba inconscientes presiones como cuando uno se resiste a un sueño. Rechazaba el olvido y se decía que aquél provenía de la fuerza transmitida por el nuevo hijo que había concebido. Pero el niño sólo ayudaba.
  • Ivana Melgozamembuat kutipan8 hari yang lalu
    El viento se llevaba todos los sonidos; pero podía apreciarse la belleza casi mística de aquel espectáculo, impecablemente enmarcado, allá al fondo, bajo la atmósfera turbia de la noche de verano.
  • Ivana Melgozamembuat kutipan10 hari yang lalu
    Sin embargo, Kiyoko sonrió viendo la figura de su joven marido, lleno, por una parte, de decisión, pero, por otra, vistiendo una camiseta deportiva y apoyando una mano sobre una mesa inclinada. Era una escena muy de familia, como si su marido se hubiera entretenido los domingos en hacerse una sala nueva y se hubiese equivocado en las medidas, saliéndole torcidas las mesas y ventanas, y al final enfadándose consigo mismo.
  • Ivana Melgozamembuat kutipan10 hari yang lalu
    –No quiero vivir en una casa como ésta –dijo Kenzó, apoyando la mano sobre una mesa en la que había un florero con tulipanes amarillos de madera. Sus palabras sonaron como el pronunciamiento de un rey. Sin que él mismo lo advirtiese, en su fuerte determinación se manifestaba como cierto privilegio a la esperanza y a la felicidad, que no admitía intrusión de nadie.
  • Ivana Melgozamembuat kutipan10 hari yang lalu
    Como toda la luz venía del suelo, las flores y yerbas de plástico estaban nimbadas de una claridad vaga, como de crepúsculo neblinoso. Lo que parecía niebla, quizás no fuese sino el polvo que se levantaba del suelo.
  • Ivana Melgozamembuat kutipan10 hari yang lalu
    Hace un rato pasamos por el aparcamiento para entrar en Nuevo Mundo. La luz nos daba en la espalda y nuestras sombras se proyectaban delante de nosotros. Entonces se me ocurrió: «Si en el medio metro que hay de separación entre tu sombra y la mía apareciese de pronto la sombra de un niño, llevándolo nosotros de la mano...».
  • Ivana Melgozamembuat kutipan10 hari yang lalu
    Cuando se adentró en el túnel abrazada por su marido, Kiyoko pensó que las tinieblas exponían su cuerpo desnudo a la vista y enrojeció. Aquellas densas tinieblas donde nada se veía, donde nada se podía ver, tenían una fuerza que desintegraba todo cuanto cubría su cuerpo.
  • Ivana Melgozamembuat kutipan11 hari yang lalu
    El brazo de Kenzó, seco de sudor, apretó fuerte los hombros y la espalda de Kiyoko. Juntose una piel contra la otra, formando un todo compacto, como se pliegan admirablemente las alas y élitros de ciertos insectos.
  • Ivana Melgozamembuat kutipan11 hari yang lalu
    Kiyoko se empapaba del mundo de las cosas como se hubiese empapado en el agua de un baño caliente.
  • Ivana Melgozamembuat kutipan11 hari yang lalu
    La confianza mutua entre los esposos tenía que ser la máxima fuerza que frenara la desesperación del mundo.

    Como afortunadamente Kenzó estaba enamorado de Kiyoko, la fuerza para vivir con esperanzas no consistía sino en ir viviendo ateniéndose a las condiciones que la naturaleza les ofrecía. Otras mujeres le habían flirteado a veces, pero él percibía cierto olor antinatural en aceptar el placer por el placer. Prefería ponerse a hablar con Kiyoko para quejarse juntos del precio al que se estaban poniendo las verduras y el pescado.
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