profundamente en la mina de su alma; Y que él es el hacedor de su carácter, el moldeador de su vida y el constructor de su destino, puede probarlo infaliblemente, si vigila, controla y altera sus pensamientos, rastreando sus efectos sobre sí mismo, sobre los demás y sobre su vida y circunstancias, vinculando causa y efecto mediante la práctica y la investigación pacientes, y utilizando todas sus experiencias, incluso las más triviales y cotidianas, como medio para obtener ese conocimiento de sí mismo que es Entendimiento, Sabiduría y Poder. En esta dirección, como en ninguna otra, es absoluta la ley de que "El que busca encuentra; y al que llama se le abrirá"; porque sólo por la paciencia, la práctica y la incesante importunidad puede un hombre entrar en la Puerta del Templo del Conocimiento.