Luego nacen. Y lloran porque sienten frío, porque afuera del cuerpo de su madre hay ruidos y personas extrañas, porque empiezan a conocer el dolor. Antes de nacer son felices: no saben si es de noche o de día, duermen todo el tiempo, y sueñan cosas extraordinarias. Lo malo es que, al nacer, no recuerdan lo que sentían ni lo que soñaban. Yo no recuerdo nada. Sólo porque tengo ombligo sé que viví una vez en el vientre de mi madre, y me parece increíble.