Cómo luchamos por nuestras vidas

La identidad parece no existir hasta que puedes decir «Ya no te pertenezco».

En retrospectiva, podría parecer un disparo de advertencia

En lugar de eso, me recorrí despacio cada estantería, ojeando los lomos de los libros, hasta que encontré lo que estaba buscando. El primer libro que me llamó la atención fue uno para padres que lidiaban con hijos

gais. La introducción estaba escrita como si fuera dirigida a lectores que tuvieran que hacer frente al diagnóstico de un cáncer en fase avanzada

cuando la pubertad empezó a destrozarme el cuerpo

cuando le daba la luz de la manera adecuada

su pelo negro, como plumas de cuervo

Mi madre era guapa, pero parecía estar siempre al borde del agotamiento

Esa historia triste, sensual y que apestaba a jazz me tenía agarrado por la cintura

Cuando me adentraba en ellas, no me veía los pies, de modo que volvía a la orilla.