el jardín, al igual que la ciudad o la casa, no es necesariamente algo nuevo formado a partir de la nada mediante un único impulso creativo original y simultáneo. El jardín incorpora más bien lo que ya estaba allí, ya sea vegetal —incluso las malas hierbas—48 o construido, y podríamos añadir también aquello que le es vecino, algo que evidencia cómo este se elabora con el tiempo y, sobre todo, en el tiempo. La ciudad o la casa pueden mirarse en él y verse reflejadas como obras en proceso que añaden y corrigen lo que ya está ahí y con lo que deberán formar algo con sentido, lo cual, desde el punto de vista actual, adquiere un cariz relevante. A estas alturas, llamar a esto preexistencia o contexto resulta parcial, inexacto y, en cierto modo, representa un descuido, pues “todo” ya estaba antes. Debemos pues trabajar con ello, moldear —también la casa— con un barro que ya está allí. Muchas casas que nos atraen han tenido en el tiempo un aliado que ha hecho que creciera su interés y belleza.